5 de octubre de 1934: la revolución de octubre en Eibar
"Urriko iraulatzan erabili ebena..." (Atzo goizeko ipuinak, Jose Antonio Azpilikueta)
El 5 de octubre de 1934 tuvo lugar una revolución contra el gobierno. Los partidos de izquierda hicieron un llamamiento a la huelga general y se alzaron en armas. La insurrección estaba prevista en toda España, pero al final la mayor resistencia se fraguó en las minas de Asturias y en Cataluña. En Euskadi los acontecimientos más trágicos fueron en Eibar, junto con Arrasate (consultar la portada del diario ABC del 6 de octubre de 1934, PDF).
En Eibar había 23 escuadras listas para tomar parte en la revolución; en cada una había diez personas al mando de dos jefes. Al amanecer del día 5 los sublevados requisaron armas de algunas empresas, "si no con la complicidad, sí con la pasividad de los guardianes" . En la Casa del Pueblo, en la Cooperativa Socialista, en Alfa y en la Escuela Armería pusieron fuertes tanto a modo de defensa como para el ataque.
Los sublevados atacaron el cuartel de la guardia civil con bombas de mano y botellas llenas de líquido inflamable, pero la intentona no resultó. Se enviaron guardias desde Bilbao y San Sebastián; los revolucionarios los detuvieron con barricadas en la entrada de Eibar, en la Escuela Armería, hasta que, al final, fueron tomando la ciudad bajo su mando. A las cuatro de la tarde finalizaron los tiroteos.
Poco a poco iban llegando informaciones descorazonadoras para los sublevados. Al parecer, el levantamiento no tuvo éxito en el Estado, por lo que se comenzó a extender la opinión de que el sacrificio podía resultar inútil.
Hacia las dos de mediodía se reunieron en el bar Barrena, situado junto al ayuntamiento, Toribio Echevarría, Jacinto Galarraga, Juan de los Toyos, Tiburcio Eguía y Teodoro Lluch, éste último del partido comunista, y decidieron proponer el cese de hostilidades. Jacinto Galarraga salió al balcón del ayuntamiento, y se dirigió a los congregados en euskera: “Bueno, compañeros. En España solo nosotros hemos podido. Vosotros habéis cumplido con vuestro cometido. Ahora hay que echarse atrás. Entregad las armas, pero que siga la huelga general.”
En total, aquel día, en los dos bandos, hubo siete muertos, entre ellos el empresario tradicionalista Carlos Larrañaga, tiroteado cuando iba a misa. Entre los revolucionarios había un trabajador de su empresa, aunque el tiro lo dio otro. Así dijo Larrañaga, a punto de morir: “Y, encima, gente conocida”.
Jesús Gutiérrez, en el libro La insurrección de octubre de 1934 y la II. República, refiere los siguientes datos: en Eibar hubo siete muertos y muchos heridos, 300 detenidos; mucha gente tuvo que exiliarse a Francia y a Rusia. Después de sufrir las duras torturas que les infringieron, muchos de los que tomaron parte en los hechos pasaron dieciséis meses en la cárcel de Pamplona (238 encausados, según datos del Archivo Municipal),
En febrero de 1936, el nuevo gobierno decretó una amnistía, y los que tomaron parte en la revolución armada fueron liberados.
En palabras de Gutierrez, muchos de los que tomaron parte en los hechos no lo vieron como algo heroico, sino con cierto desencanto al considerar que fueron muy inocentes al tomar parte en una acción en la que había pocas posibilidades de lograr el éxito.
El propio Jesus Gutierrez impartirá la charla “La revolución de octubre de 1934 en Eibar” en la Escuela Armería, el 14 de octubre, a las 19:30, dentro del ciclo de conferencias “Eibartik Eibarrera”.
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