Jacinto Olave (1877-1957): la primera gran exposición de su obra en San Sebastián
La exposición de la obra del gran pintor eibarrés Jacinto Olave (1877-1957) se inaugurará el 13 de marzo y se clausurará el 19 de abril en la Sala Kutxa Boulevard de San Sebastián; una exposición que se debe en gran parte a la gran labor de investigación y recopilación realizada por su nieto Juan Ignacio Olave y ha sido comisariada por Mikel Lertxundi.
He aquí el extracto del programa de mano de la exposición:
Al enfrentarnos a la vida y obra de Jacinto Olave resulta difícil sustraerse a la sensación de estar cometiendo un acto de intrusión. No es nada habitual encontrarse con un artista tan reticente a mostrar el fruto de su trabajo en público. Para referirse a él se han utilizado expresiones tan ilustrativas como la de un trapense en su celda y se ha llegado a afirmar que lo que faltó a Olave para ocupar el espacio que se merecía en el mundo artístico era hacerse valer.
Eibarrés de nacimiento, Jacinto Olave mostró desde sus primeros pasos como artista esa desmesurada modestia que le hizo no frecuentar los círculos artísticos y eludir cualquier tipo de promoción personal. Una forma de vivir como artista que no abandonó hasta los últimos años de su vida. Pero sería un error dejar que esa tendencia al aislamiento de Olave se interpusiera en la puesta en valor de su obra.
Sus primeros pasos en el mundo artístico se produjeron en la ciudad argentina de Mercedes a la que sus padres se trasladaron siendo él todavía un niño. Allí comenzó a ejercitarse en la copia al carboncillo de retratos fotográficos. Pero sería a su vuelta, concretamente en Madrid, donde se forjaría como artista. Coincidió con otros muchos artistas vascos a los que siempre admiró la facilidad de Olave para el dibujo. Sin embargo, pronto tuvo que abandonar esta disciplina.
Olave volvió a Eibar y comprobó que no había demanda suficiente para la oferta de un pintor obstinado en su humildad. Colgó los pinceles y optó por el grabado y el damasquinado. Se imponía la subsistencia, una larga etapa que se extendería durante dieciséis años.
Pero si por algo se ha hecho un hueco Olave en el mundo artístico ha sido por su calidad como retratista. Una disciplina en la que destacó por su estilo personal separado de las tendencias de su tiempo, por su pintura fuertemente realista y elegante. Retratos a lápiz, a carboncillo, retratos por encargo, retratos de familiares y amigos, retratos infantiles, autorretratos...en todos ellos fue capaz de captar su alma y darles vida.
Pero sólo en la etapa final de su vida mostró Jacinto Olave interés porque sus contemporáneos conocieran y admiraran su obra. Con motivo de una de esas escasas exposiciones, los críticos, e incluso los amigos y admiradores, seguían insistiendo en que a Olave había que ir a buscarle. Eso es lo que nos hemos propuesto en kutxa, rescatar la obra de Jacinto Olave y mostrarla al público guipuzcoano en esta muestra con la que inauguramos el calendario 2009 de las exposiciones en las Salas kutxa Boulevard.
Como decía su coetáneo, el pintor Flores Kaperotxipi: "De aquella visita a Jacinto Olave salí pensando que era una verdadera desgracia para el arte vasco, que artistas de su categoría se empeñasen en vivir ignorados. ¿Por qué, si pintaba como los mejores? ¿Por qué, si era un pintor de altísimo rango? El cuadro y la fotografía de él que yo publiqué junto con mi comentario, sorprendieron a la mayoría de la provincia -sobre todo la gente joven-, que se enteraba de que en Eibar trabajaba en el mayor silencio un insigne pintor".
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