La película sobre la cárcel de mujeres de Saturrarán se estrenará el día 22, viernes, en Eibar
La eibarresa Pilar Calvo Arnaiz es una de las muchas mujeres que podrían contar la historia de la cárcel de mujeres de Saturrarán a sus 95 años si la salud no se lo impidiera. Pilar nació en Talavera de la Reina un 11 de julio de 1916, se casó con José Roca, fundador del Partido comunista en Santa Laya, y tuvieron una hija. En la guerra un vecino del pueblo los delató y fueron encarcelados; la niña quedó al cuidado de la familia. El 29 de junio de 1939, en Consejo de Guerra celebrado en Talavera, el matrimonio fue condenado por un delito de adhesión a la rebelión: José a la pena de muerte, Pilar a 30 años de reclusión mayor. A José lo fusilaron en Ocaña pero antes de fusilarlo quisieron obligar a Pilar a casarse por la iglesia por poderes; Pilar Calvo fue tajante: estaban casados por lo civil, así moriría su marido.
Fue conducida a la cárcel provincial de Toledo, de allí a la de Ventas en Madrid, luego al convento de Durango, después a Amorebieta, más tarde a Barbastro y, por último, finaliza el periplo carcelario en Saturrarán. Allí le fue conmutada la pena a veinte años de reclusión menor; fue puesta en libertad condicional el 8 de febrero de 1945.
Los años de Saturrarán fueron duros: hacinamiento, hambre, cartas de la familia de las que sólo les enseñaban los sobres, la hija en Talavera... Pero aún así pudo aprender a leer y escribir y, a pesar de todos los pesares, las reclusas –jóvenes la mayoría- también tenían ratos en los que cantaban y bailaban; momentos de alegría cuando las “buena gentes” de Ondarroa y Mutriku les llevaban alimentos.
Al salir de prisión una familia de Ondarroa la acogió en su casa. Pilar no se olvidó de sus compañeras de prisión: todos los jueves acudía a la cárcel a llevar algo que comer a sus compañeras. Al poco tiempo se trasladó con su hija a Eibar, se casó con un guerniqués con el que tuvo dos hijos y una hija, pero quedó viuda cuando los niños aún eran de corta edad. Con cuatro hijos tuvo que luchar mucho, fregar muchas escaleras y tener pupilos en casa para sacar adelante a la familia. Hoy, Pilar, a la que lentamente se le están apagando los recuerdos, vive en Talavera con su tercer marido.
La película recoge las vivencias de las presas de Saturrarán, vidas como las de Pilar, la única eibarresa que aún queda como testigo del “no lloréis, lo que tenéis que hacer es no olvidarnos”.
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