La posguerra y la reconstrucción de Eibar
Cuando las tropas nacionales entraron en Eibar el 26 de abril de 1937, la ciudad estaba completamente destruida a consecuencia de los bombardeos sufridos. Un tercio de los edificios estaba en ruinas y apenas había gente. Se estima que de los 488 edificios que exisían 156 quedaron totalmente destrozados y 101 parcialmente afectados. Poco a poco muchos eibarreses fueron regresando, y otros muchos tuvieron que sufrir condena o exilio. Y así, pudieron empezaron los trabajos de reconstrucción.
En septiembre de 1940 Joaquín Domínguez Elosegui y José Antonio Ponte (arquitectos de Regiones Devastadas) realizaron el plan de urbanización de Eibar y lo publicaron en la revista Reconstrucción. En el plan tuvo preferencia el centro urbano de la ciudad que fue la zona que más daños sufrió, proponiendo una nueva estructura urbanística, puesto que la irregularidad de la anterior no les parecía adecuada.
La labor de reconstrucción de Eibar se realizó con la dirección y participación de las instituciones públicas (Regiones Devastadas, Ayuntamiento, Ministerio de Obras Públicas, y Obra Sindical del Hogar), junto a la imprescindible iniciativa privada. Hasta el año 1944 la iniciativa privada gastó más de 25 millones de pesetas y, en 1949, 65 millones; la inversión de Regiones Devastadas fue de 32 millones.
Reconstrucción de la calle María Ángela. Foto: Archivo Municipal de Eibar.
El Plan urbanístico definía una ciudad para unos 24.000 habitantes. Era imprescindible cubrir el río Ego, con el fin de lograr más espacio para las calles y los edificios que había que construir. Algunas vías desaparecieron (Barrenkale y alrededores de San Andrés), otras nuevas se crearon (calle Zuloagatarren, San Agustin y San Juan), y otras tantas se ampliaron (Arragueta, Bidebarrieta, Calbetón, Isasi), se adaptaron (zona de Urkizu) y se prolongaron (calle Toribio Etxebarria). Se cambió la circulación: a la Bilbao-Donostia, carretera única y congestionada que pasaba por Urkizu-Bidebarrieta-Calbeton-Unzaga e Isasi, se le añadió una alternativa complementaria: la que cruzaba Urkizu-Errebal-San Juan-Ayuntamiento y paseo San Andres.
Regiones Devastadas acometió las principales labores de cubrimiento del río Ego, y muchas empresas asumieron esa labor para la construcción de sus empresas, complementando así dichas obras. Así lo hicieron las empresas «Alfa», «Sarasqueta Hermanos y Laspiur», «Albistegi y Mendivil», «Beistegui Hermanos», «Ayra Durex», «Acitain SA», «Larrañaga y Elorza», «Hijos de Gabilondo» eta «Ferretería Unceta»
Entre los edificios públicos que se construyeron podemos destacar los siguientes: la Plaza del Mercado en 1945, la Plaza del Mercado de Ipurua en 1956, el Matadero Municipal en 1956, las casas cuartel de la Guardia Civil en 1955, la Casa Sindical en 1957, Telefónica en 1952 y el Ambulatorio en 1947.
En la posguerra, a consecuencia de la destrucción de Eibar, había pocas casas en alquiler y el precio era muy elevado, la propiedad de la casa se generalizó entre los que podían costearlo, muchas casas se subarrendaban, y había hacinamiento.
Según una inspección de 1941, en una habitación de Txaltxazelai vivían los padres y cuatro hijos, y en otra el abuelo, dos sobrinos y una pareja sin relación con la familia.
El primer organismo que construyó casas protegidas fue Regiones Devastadas con el conjunto de viviendas de María Ángela (146 viviendas); después se construyeron las de la Guardia Civil (26 casas). Mientras, el organismo denominado OSH Obra Sindical de Hogar construyó el barrio de Carlos Larrañaga (199 viviendas), y posteriormente el Ayuntamiento construyó casas en Ipurua (308 viviendas), ese proyecto fue el inicio de la sociedad municipal inmobiliaria que se formó en 1957.
Para la inauguración del conjunto y la asignación de las viviendas Francisco Franco vino a Eibar el 11 de agosto de 1949, acompañado de dirigentes del gobierno, de la provincia, de Eibar, y de la Iglesia. La primera visita que Franco hizo a Eibar fue para repartir las viviendas y para subrayar los trabajos de reconstrucción realizados después del fin de la guerra. Estas fueron sus palabras:
Es para mí una verdadera satisfacción venir a Éibar y encontrarme con una nueva Villa, distinta a la que hallamos al reconquistar el pueblo español. Cuando llegué a aquellos momentos a Éibar estaba todavía humeante la mecha, que de taller en taller, de casa en casa, iba a parar a la iglesia, y que momentos antes había sido apagada por uno de los combatientes de la Cruzada. Es decir, que la anti-España, la que negó siempre a España, la España roja pretendía destruir totalmente hasta los cimientos de la sociedad católica española. Y sobre aquellas ruinas, sobre ese campo asolado, véis como año a año y día a día, van surgiendo estos nuevos edificios, estas modernas construcciones que dan nuevo aspecto, un aspecto bello, generoso y noble, a nuestras ciudades y a nuestros pueblos.
Hasta el fin de los años 60-70, la ciudad fue creciendo sin control, y los arquitectos tuvieron que hacer un gran trabajo para ordenar la urbanización de un lugar con una orografía difícil y llena de talleres. Se ha solido decir que Eibar se utiliza como ejemplo de lo que no hay que hacer arquitectónicamente; otros, en cambio, subrayan esa "singularidad propia” y afirman que construir casas en Vitoria, por ejemplo, no es difícil, lo difícil y lo que tiene mérito es construirlas en un lugar tan estrecho, y lleno de cuestas como es Eibar.
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