Historia de Eibar
Edad Media y Moderna
Fue el rey Alfonso XI de Castilla quien otorgó a la villa de Eibar fuero de constitución el 5 de febrero de 1346, no obstante, para entonces ya existía una realidad social asentada en torno a la iglesia de San Andrés. La concesión de la carta puebla vendría a modificar este núcleo de población que en adelante se sometería a una planificación individualizándola de su entorno y organizándola en casas y calles (Barrenkale, Elgetakale y Somera o de Txurio). Con este proceso de urbanización se va creando un nuevo modelo jurídico autónomo en el que sus pobladores podían ejercer libremente sus actividades y organizar su concejo al margen del poder feudal.
A la par que la guerra de bandos y que las distintas invasiones de los franceses dejaban su impronta se fue desarrollando el auge de una industria que condicionará el devenir histórico de Eibar durante cuatro siglos. La industria armera se asentaba sobre una base gremial (cañonistas, cajeros,aparajeros y llaveros ) que facilitaba la capacidad de producción y la especialización de la misma. De este modo, la monarquía castellana se apoyó en la infraestructura creada en el valle del Deba para obtener una gran cantidad de armas y hacer frente a sus necesidades. Así se formó una red de pequeños talleres familiares dedicados a la fabricación de escopetas, arcabuces, mosquetes y fusiles y unido a ellos una actividad comercial con numerosos mercados no sólo con la Península sino también con las colonias del Nuevo Mundo.
Edad Contemporánea
Después de las revueltas producidas con la Matxinada de 1766, debido a la carestía de los cereales y de otros artículos de primera necesidad, unos años más tarde, en 1794 las tropas francesas arrasaron la ciudad. Fue incendiada la Casa Consistorial, las escuelas y parte de la Iglesia, además del derrumbe de 116 casas de distintos barrios y del arrabal. Las guerras carlistas dejaron también su impronta en una población fundamentalmente liberal que a finales del siglo XIX, el 6 de agosto de 1897, vive su primera huelga por motivos laborales en la fábrica que suministraba revólveres y escopetas a la Casa Quintana y Hermanos en Méjico. Esta huelga sirvió de germen para que el Socialismo arraigase en Eibar.
Paralelamente y heredero del espíritu gremial y de sociedad de épocas pasadas, se va imponiendo un sentimiento cooperativo. A pesar de haber existido a finales del siglo XIX algunos intentos bastante serios, es a raiz de una de las huelgas más largas y duras de 1920 cuando se funda Alfa como cooperativa obrera, materializándose así gran parte de los objetivos planteados en dicha huelga. Esta primera época del siglo XX fue de grandes dificultades debido a las fluctuaciones de los mercados internacionales y al control en el comercio de armas, principal industria del momento. No obstante, los logros sociales son importantes: el Sanatorio Antituberculoso, el Pabellón de Convalecientes, la Colonia de Arrate, los Centros Obreros, las Bibliotecas y la Escuela de Armeria donde se formaron los alumnos que harán posible la transformación de la industria de Eibar, apartándola de su dedicación exclusiva a la producción de armas y convirtiéndola en una industria abierta a los productos manufacturados de la industria ligera metalúrgica.
La madrugada del martes 14 de abril de 1931 Eibar proclama la Segunda República adelantándose a las grandes capitales. Este hecho suponía una profunda transformación de la distribución del poder ya que por primera vez acceden a él las clases medias y los trabajadores. Cuando se confirma la proclamación en Barcelona, el pueblo se concentra frente al Ayuntamiento para retirar la placa con el nombre de Plaza de Alfonso XIII y colocar la nueva placa de Plaza de la República. Eibar se convirtió en el punto de partida para el resto del Estado y por ello recibió el título de Muy Ejemplar Ciudad.
14 de abril de 1931. Proclamación de la república. Cambio de nombre de la Plaza Alfonso XIII, que pasó a llamarse Plaza de la República.
La ilusión republicana se vió truncada el 26 de abril de 1937 cuando las tropas alzadas al mando del general Mola entraron en la ciudad después de numerosos bombardeos que arrasaron gran parte del casco urbano y dejaron varios centenares de muertos.
Con la destrucción de la guerra y el incendio cambió la fisonomía de Eibar. El 8 de octubre de 1940, la Dirección General de Regiones Devastadas aprobó el proyecto de urbanización, donde se incluía la cobertura del rio Ego para aprovechar en mayor medida el suelo.
A pesar de las dificultades, Eibar se adapta a los nuevos tiempos y diversifica su industria (bicicletas, ciclomotores, piezas para automóviles, aparatos de uso doméstico...), a lo que hay que añadir un potente fenómeno de inmigración, atraido por esta pujante actividad industrial, que hace crecer su población hasta un 100% en los años 60. La situación de desarrollo industrial toca fondo en los años 1982-1983. La crisis del petróleo, el cambio de sistema político, el proteccionismo industrial con el que contaban algunas empresas y la falta de nuevas tecnologías provocan una crisis de la que hoy se aprecia una notable recuperación en diversos sectores como la automoción, máquina herramienta y las industrias de transformación, perviviendo junto a ellas otras artesanales que entroncan con el pasado más lejano de la historia de la ciudad, como la elaboración de escopetas finas de caza y el damasquinado.
Por último, el Eibar de hoy sigue creciendo a lo largo de las vías de comunicación que parten de él o que lo atraviesan acentuando su vocación como ciudad industrial y de servicios.
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