“Atzo goizeko ipuiñak” de los Azpilikueta. Escándalo en la iglesia de San Andrés el domingo 28 de marzo de 1557 mientras se celebraban los oficios.
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La viñeta de J.A. Azpilikueta muestra el hecho acaecido en 1557 y detallado en la Monografía de Pedro Sarasqueta, que transcribimos. El asiento del alcalde, “dícese que situado junto al altar de San Sebastián” estaba ocupado por Pedro [López] de Ibarra, “quien se negó a abandonarlo desatendiendo las indicaciones del alcalde (…) y negándose a abandonar el asiento que indebidamente ocupaba.”
“Díjole entonces el alcalde a Ibarra, que si a su persona no deseaba tener miramiento alguno, en cambio estaba obligado a tenerlo ante la vara de justicia de Su Magestad Real, y al cargo y oficio de justicia que tenía. Fue entonces tan grande el escandalo producido por el furor de Ibarra, que después de insultar al alcalde con palabras groseras e injuriosas, tuvieron que echarlo a viva fuerza del asiento (…).”
“En aquella ocasión atraídos por el ruido del alboroto, llegaron al lugar del suceso Juan de Iguria, Juan Pérez de Isasi y otros, los cuales no solo apoyaron a Ibarra, sino que además Iguria, injurió y amenazó al alcalde.”
“Por la tarde, durante la celebración de las vísperas, se reprodujo el tumulto, con caracteres de mucha mayor gravedad, y Pedro [López] de Ibarra después de desobedecer al alcalde y resistir sus órdenes, llegó a romper la vara de la justicia. Ante tamaña falta de respeto y osadía el alcalde llamó al escribano público Juan Ibañez de Ubilla para que diese fe de cómo fue maltratado.”“Pedro [López] de Ibarra, que había salido de la iglesia, subió a su casa en la que se hizo fuerte para evitar ser encarcelado, negándose a abrir la puerta cuando fue requerido por el alcalde en nombre de la vara del rey, y entonces el alcalde mandó a los que estaban que trajesen “un hacha para romper la puerta de la dicha cámara é como oyó esto el dicho Pedro de Ibarra, abrió la puerta y le asió el dicho señor alcalde, y le llevó a la cárcel.”
El relato de Pedro Sarasqueta ha llegado a las manos del dibujante que cuenta la historia a su modo y manera para que esbocemos una pequeña sonrisa.
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