El 7 de mayo de 1603 llegaron a Eibar, desde Burgos, las primeras monjas agustinas del convento de Errebal.
Historia de la monjas agustina en Eibar (Jose Antonio Azpilikueta)
En 1589, el capítulo de los Agustinos celebrado en Toledo decretó la fundación de tres conventos de monjas agustinas. Uno de ellos fue el de Eibar, entonces diócesis de Calahorra y La Calzada, cuya fundación no se ejecutó, sin embargo, hasta 1603, gracias al impulso de las hermanas eibarresas Magdalena y María de Mallea. El punto de partida fue una ermita que mandó construir Magdalena en dicho lugar en 1589, ampliada posteriormente por María. Después, delegaron en Juan Bautista Elejalde —hijo de María de Mallea— la fundación del monasterio dedicado a San Cosme y San Damián.
Las obras se iniciaron en 1601 y para 1603 ya se hallaba habitado el recinto conventual con seis monjas y su priora, Mariana de San José. En el periodo 1791-92 Ignacio Vicente Errasti construyó el nuevo edificio del convento, que, en 1900, renovaría el arquitecto Domingo Cortazar. Desde 1603 hasta 1940 las agustinas tuvieron su casa en Eibar y, luego, tras la destrucción del convento durante la Guerra Civil, después de una serie de estancias en diversos edificios de Eibar (palacio Unzueta, palacio de Untzaga) y Berriz, se trasladaron definitivamente a Lekeitio. El Historial que preservan en el nuevo convento de la localidad vizcaína recopila todos los avatares de la vida conventual desde su fundación.
Las monjas vendieron los terrenos que ocupaba el inmueble al organismo Regiones Devastadas, para la edificación de la plaza del mercado de Errebal: los títulos de tres fincas propiedad de las monjas Agustinas fueron comprados por el Ministerio de Regiones Devastadas y las otras dos restantes, mediante expropiación forzosa. El proyecto de la plaza era del arquitecto Ortigosa y el tercer mercado que ha conocido Eibar a lo largo de su historia se erigió en el solar que ocupaba el convento. El 28 de junio de 1948 el usufructo del mercado quedó en manos del Ayuntamiento y el 27 de enero de 1971 pasó, definitivamente, a ser de propiedad municipal.
Una ermita, un monasterio, una plaza de abastos y, por último, Errebal Plazia, un centro multifuncional. Aquellas monjas que llegaron a Eibar a lomos de unos asnos en 1603 jamás habrían imaginado las vicisitudes que iba a sufrir su convento con el paso del tiempo, y mucho menos aún que los avatares de su convento iban a verse plasmados en las viñetas de dos dibujantes eibarreses.
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