Estación de tren
La empresa concesionaria del ferrocarril de Durango a Zumárraga, integrada en 1906 en la Compañía de los Ferrocarriles Vascongados, no podía pasar de largo por la población más importante de su recorrio, tanto en número de habitantes como en desarrollo económico e industrial, y menos cuando una buena parte de los accionistas de la sociedad promotora del tren eran precisamente eibarreses, como es el caso del escultor Placido Zuloaga y Zuloaga, el fabricante de armas Ignacio de Ibarzabal e Iriondo, el marqués de Santa Cruz y otros muchos emprendedores.
Desde el primer momento, Eibar contó con una terminal ferroviaria situada, como en la actualidad, en la coronación de la calle de la Estación. De hecho, cuando la Reina María Cristina inauguró el ferrocarril, bajó del tren en sus andenes, ya que los actos centrales de la inauguración de la sección comprendida entre Zaldibar y Elgoibar se celebraron precisamente en Eibar.
Las dependencias que estableció la Compañía del Ferrocarril de Durango a Zumárraga en la cabecera de la eibarresa calle de la Estación se emplazaron en el punto kilométrico 18,470 de esta línea. Sus instalaciones contaban, en origen, con un edificio para la atención de los viajeros y un almacén para el servicio de mercancías, así como un andén, vía general, de cruzamiento y un apartadero.
El edificio destinado al servicio de viajeros era de una sola planta en cuyo centro se ubicaba el vestíbulo, a la derecha la taquilla, el telégrafo y los despachos del jefe de estación el factor y la inspección, mientras que a la izquierda se emplazaba la vivienda para el jefe de estación compuesta de cocina, comedor y tres habitaciones.
El rápido desarrollo que adquirió Eibar en los últimos años del siglo XIX y principios del XX hizo que las dependencias de la primitiva estación de Eibar resultaran pequeñas para atender correctamente las necesidades de la población. En consecuencia, en el año 1907 la Compañía de los Ferrocarriles Vascongados inició un ambicioso programa de modernización de sus instalaciones que concluyó dos años más tarde. El edificio de viajeros se reformó por completo, con la reconstrucción de sus fachadas y la reordenación de sus espacios interiores, lo que supuso la desaparición de la vivienda del jefe de estación de la planta baja, zona que pasó a ser ocupada por el despacho para el transporte de mercancías en régimen de Gran Velocidad. Además, se levantó un segundo piso en el que se distribuyeron dos viviendas para los empleados, dotada cada una de ellas de cocina, comedor y tres espaciosas habitaciones. El conjunto se completó con la instalación de una marquesina en voladizo sobre el andén.
Las obras de ampliación de la estación de Eibar concluyeron en el año 1909 y, por tanto, este es el motivo por el que aparezca esta fecha sobre el reloj que corona la fachada principal. De este modo, en el momento de redactar estas líneas no se celebra el centenario de la estación de Eibar sino los cien años de su primera remodelación de envergadura.
Pese a la importante inversión realizada, el creciente desarrollo fabril de Eibar hizo que pronto fuera necesario ampliar las instalaciones de su estación. De este modo, en 1919 se construyó una vía de apartadero para el servicio de la fábrica La Industrial Orbea y en 1935 se contrató con la empresa Martín Errasti y Cía. la construcción de un nuevo almacén de llegadas. Un año más tarde, durante la Guerra Civil, la estación de Eibar fue objeto de varios ataques de la artillería y aviación del ejército franquista.
En 1941, una vez superado el conflicto, se procedió a una nueva reforma de la estación, actuación que fue encomendada a la empresa Construcciones Altuna, en la que se estableció una tercera vía de cruzamiento. Además se procedió a instalar en los dos andenes unas sencillas, pero a la vez elegantes, marquesinas cuya estructura se realizó mediante el aprovechamiento de viejos carriles.
Desde los años cuarenta la estación de Eibar no experimentó cambios de importancia hasta 1980, momento en que, tras la práctica desaparición del tráfico de cargas por ferrocarril, el Departamento de Transportes del Gobierno Vasco decidió ceder el antiguo almacén de mercancías al obispado de San Sebastián, institución que aprovechó estas dependencias, convenientemente remodeladas, para establecer la sede de la parroquia de San Agustín. Posteriormente, se han realizado diversas remodelaciones del vestíbulo a la espera de que en breve comiencen las nuevas obras de modernización de esta estación, una de las que en la actualidad registra mayor movimiento de viajeros de todo EuskoTren.
Agradecimientos: a la Asociación Filatélica Arrate y a Juanjo Olaizola.
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