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Agiñaga

En la ladera Este del monte Urko, se encuentra el barrio Agiñaga. Quizá sea de los cinco barrios de Eibar el que más escondido está, pero no por ello tiene menos importancia. Desde Izua, ascendiendo por la carretera, primero nos encontramos con los caseríos Zumaran y Mendibil, así como con las casas recién construidas de Altzerreka y Zumaranbarri. Los últimos son los caseríos Arando, que quedan a unos dos o tres kilómetros tras pasar el barrio de Agiñaga. Desde una punta a la otra, en el barrio se pueden observar alrededor de veinte caseríos, numerosas ruinas de chabolas, casas y molinos, y también ermitas.

AgiñagaEl valle de Agiñaga limita con Bizkaia, y algunos caseríos pertenecen a Eibar por muy pocos metros. Por ejemplo, Iteriaga y Larrañeta. Son los últimos caseríos al noroeste de Eibar. Se da un caso muy curioso en Agiñaga, con el caserío Oregizar, pues una mitad de él se encuentra en Gipuzkoa, y la otra mitad, en Bizkaia. Cuando cocinan están en Eibar, pero cuando realizan las labores de la cuadra están en Bizkaia. Es el caserío siguiente al barrio de Agiñaga.

En esta barriada tampoco faltan molinos y ermitas. La iglesia de San Migel, tan conocida en Eibar, se encuentra en medio del barrio de Agiñaga. Muchos de nosotros también habremos estado alguna vez en la ermita de Sandroman, situada encima del caserío del mismo nombre. No nos podemos olvidar del humilladero de San Ildefonso, que queda bajo el caserío Sandroman.

Los molinos no han corrido la misma suerte que las ermitas. Ha habido dos en este barrios: Errotatxo o Agiñagaerrota y Zubitza o Zubierrota. Pero hoy no queda ninguno de ellos. Se encontraban al lado del arroyo principal del barrio, y fueron derribados para construir el camino. Hoy no quedan más que algunos restos a un lado del camino.

El barrio de Agiñaga, al igual que Eibar, se encuentra hundido entre montes. Los arroyos que bajan de los montes se unen al arroyo principal, el arroyo de Urko, que discurre por el fondo del valle. Seguramente será ese arroyo el que mejor conozca las historias y los cuentos de Agiñaga, pues no escasean en el barrio los cuentos y las personas conocidas. He ahí, por ejemplo, el lanzador de palanca Luis Gisasola, “Sakristaukua”, muy conocido en Eibar. Era oriundo de Sakristau etxea, la casa de la iglesia de San Migel, y no había quien le ganara lanzando la palanca al estilo vasco. Esa técnica de lanzamiento de palanca posteriormente fue utilizada por otro eibarrés, Félix Errazkin, en los Juegos Olímpicos de Melbourne. Pero no fue Luis Gisasola el único Gisasola conocido de Sakristau etxea. Miembros de la misma familia emigraron a América, desde donde enviaron mucho dinero que hicieron allí, con el objetivo de montar una escuela en Sakristau etxea. A esa escuela acudieron los revoltosos niños y niñas del barrio durante un montón de años a aprender cosas nuevas. Allí aprendieron también español; allí aprendieron que atia era puerta y baltza negro. Así nos lo contó un vecino del barrio.

Los caseríos del barrio

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